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Victor Rebullida

BODAS DE PLATA

Recientemente se celebraron las veinticinco Jornadas Coralistas Internacionales en Borja (Zaragoza). Veinticinco años uno detrás de otro. ¿A qué parece mentira en un Aragón en el que todo nos dura menos que un caramelo a la puerta de un colegio? Pues sí, esta gente tozuda, buenamente tozuda, ha conseguido convocar veinticinco Jornadas además en una progresión claramente ascendente.

El nivel en la actualidad está muy alto. Han desaparecido los coros aragoneses, aquellos coros que fueron el centro de las Jornadas durante muchos años, y los coros foráneos, de unas calidades técnicas e interpretativas de vértigo han tomado el lugar que ellos dejaron. Ahora toca que, si no esos coros veteranos, los jóvenes se pongan las pilas -que material humano tienen en cantidad y calidad- y entren en ese circuito para que en las próximas convocatorias Aragón vuelva a tener una presencia merecida.

Mucha gente se lo trabaja para que el evento y todas las actividades que éste mueve en su entorno llegue a buen puerto. Además de los patrocinadores, el empeño institucional del alcalde borjano, Luis María Garriga (atleta de pro) y del motor de todo, mi amigo Emilio Jiménez Aznar, músico desde la infancia y hasta la médula, director del coro Vientos del Pueblo y rescatador de interesantes partituras olvidadas en el archivo de la Colegial de Santa María, en papel impreso por la Institución Fernando el Católico y oído en las voces de su coro borjano. Organista accidental e incidental ante la consola de un instrumento impresionante necesitado de una restauración que parece no encontrar su tiempo.

Muy buena gente toda, tan buena como el vino de sus cepas. Y muy buena música.  Música que lleva el cierzo pero no se oye en Zaragoza, en la city, en la gran capital que no está para zarandajas de pueblo, esa urbe de espaldas a su periferiferia. Cuarenta minutos de Zaragoza son muchos minutos para que Instituciones y Medios se enteren de la importancia y se tomen el interés que realmente merece una actividad como esta.

El año que viene volveremos a disfrutar de las Jornadas número veintiseis y de la gente, que con ese calor no hay cierzo que pueda.

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