MAYUMANA
Hoy me he levantado con agujetas. La paliza que nos dimos ayer tarde en el Principal es la culpable. Bueno, la paliza se la dieron los mozos y mozas de Mayumana (acentuando la segunda sílaba) aunque los que estuvimos hora y media en la butaca viendo las evoluciones de estos figuras salimos afectados como si los brincos los hubiésemos dado nosotros. Me duele todo. Por cierto, Mayumana deriva del vocablo hebreo "meyumanut" que significa "destreza".
Espectáculo cien por cien. Espectáculo de calidad. Una idea sencilla muy bien montada y elevada a espectáculo soberbio. Espectáculo cañero en el que los integrantes del grupo, uno de los cuatro, creo, que giran por el mundo, (cuando esto se convierte en industria, hay que abrir varios frentes, com le pasa al Orfeón Donostiarra dividiendo el coro o Baluarte Aragones durante las fiestas del Pilar entre Cai, Jesuítas, Corte Inglés, etc.) Esto chicos son percusionistas, o al menos tienen un sentido del ritmo envidiable, acróbatas, bailarines, actores, algunos hasta se atreven a cantar. Vaya, lo dicho, una especie de espectáculo total. Hay algo más que percusión y un sonido excelente (llevan una fortuna en micros y amplificación para convertir los golpes en percusiones espectaculares), hay un mimo especial por la puesta en escena, por el movimiento, por la coreografía, siempre dinámica pero bella. En muchos momentos el espectáculo se torna poesía, como en el número de los balones fosforescentes o el de las lámparas de minero o el del agua, por citar alguno. Desde la sencillez del ritmo generado por las propias palabras a la complejidad rítmica y melódica de unos simples tubos de PVC de distintos diámetro y longitudes golpeados por su extremo (quien no ha visto golpear con la zapatilla en la boca de un cántaro en el folclore español).
Merece la pena ir a verles. Merecería la pena volver a verles. Ha sido un acierto traerles a Zaragoza y traerles un número grande de días. Ya es hora de que los buenos espectáculos estén el tiempo suficiente para que todos los interesados puedan ir al teatro. Parece que se haya obrado un milagro: cambiar la gerencia del asunto y rebosar teatro de calidad, espectáculos de calidad en el Principal, en el Mercado, sin olvidar la ya veterana y fabulosa labor de la Estación y de todas la compañías de casa.
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