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Victor Rebullida

MUSICA PARA NIÑOS HECHA POR ADULTOS

MUSICA PARA NIÑOS HECHA POR ADULTOS

Ayer se vivió en el Auditorio de Música una velada musical cargada de candor y emotividad. La orquesta residente, el Grupo Enigma-OCAZ, planteaba con su titular Juan José Olives al frente, un programa dedicado a la música escrita en el entorno del mundo infantil.

Comenzando con la versión de Rudolf Maros para orquesta de cuerdas de las “Diez piezas para niños” de Bela Bartok, versión que gusta pero que personalmente no siento que aporte nada a la versión pianística original y que, puestos a orquestarlas, clamarían por un aporte de color mediante una más rica instrumentación (existen otras versiones de esta guisa), y siguiendo con el “Concertino para clarinete y orquesta de cuerdas”, del húngaro Matyas Seiber, transcurrió la primera parte del concierto. Este Concertino contó con la joven pero reconocida clarinetista menorquina Ona Cardona (ganadora  del Tercer Certamen Nacional de Interpretación Intercentros) que se movió a sus anchas por una obra clara, entretenida, con un segundo movimiento lento denominado “Variazioni Semplici” sobre un tema de carácter húngaro que me parece de lo mejor de la obra, con un acompañamiento de la cuerda soberbio en su sencillez. A otros les gustaron más los movimientos rítmicos y veloces, pero para gustos están los colores. Seyber nació en Hungría, fue amigo de Bartok y junto con éste, estuvo de discípulo de Zoltan Kodaly. Trasladó su residencia a Inglaterra y falleció en 1960 en un accidente de coche en Sudáfrica. El pasado año se cumplió el centenario de su nacimiento.

Y aquí comienza la parte emotiva de la tarde. Contamos con la presencia de la hija de Seyber expresamente venida de Cambridge, su residencia, para asistir al concierto. Todo un honor para la orquesta y los presentes, y también para el Auditorio aunque pareció pasar desapercibida su presencia para los representantes de esa Casa. Pero la mayor emoción radicaba en el estreno de la versión orquestal de un servidor de las “Piezas sobre temas populares infantiles españoles” del fallecido autor de Moyuela (Zaragoza) Angel Oliver Pina. Escritas para piano, a propuesta de Juan José Olives y como pequeño homenaje a su autor, orquesté (alguien podrá acusarme de lo mismo que yo he dicho de Maros y la obra de Bartok) estas quince piezas aunque por imperativos de duración tan solo se interpretaron diez de ellas en esta ocasión. Como decía, el climax emotivo fue contar con la presencia de Mari Paz, la viuda de Angel, a quien hicimos salir al escenario para mayor emoción suya, acogida por los calurosísimos aplausos de los asistentes (sala llena y cartel de “No hay entradas” desde hace días) y un inevitable nudo en la garganta recordando que hace escasamente un año, en ese mismo lugar, recibía Oliver los aplausos por su intervención en la obra colectiva “Lecturas del Quijote”. Después, recordábamos esa cena en el mismo restaurante italiano en el que estábamos, con un Angel emocionado y también fatigado por su dolencia pocas fechas antes de su fallecimiento. Perdimos un gran compositor, un gran intérprete, un gran pedagogo, pero sobretodo un gran amigo.

Tras este momento de recuerdo y homenaje, la orquesta acompañó al coro infantil Amici Musicae del Auditorio en el estreno de la obra “Canciones populares aragonesas” de Maximiano Martínez Caño, especie de Fantasía en tres partes sobre temas del acerbo musical tradicional recopilado en los cancioneros aragoneses. Magistral la actuación de los pequeños y el trabajo realizado con ellos por su directora Isabel Solano y sus colaboradores. Fue encantador ver qué se puede hacer con un trabajo bien dirigido. La obra está escrita pensando en un público no necesariamente melómano y resulta accesible para todo el mundo y también para los más pequeños. No es fácil, sobretodo la parte coral, llena de dificultades para una agrupación de puericantores y no una escolanía más bregada en los cantos polifónicos. Los chavales (más bien las chavalillas, porque chicos, pocos) volaron a una altura profesional, incluso Olives, sintiéndose agusto con ellos y viendo que le seguian rizo el rizo haciéndo alguna filigrana expresiva de alto riesgo salvada cum laude.

A continuación incluyo el texto que escribí para el programa de mano referente a Angel Oliver y las piezas interpretadas en el que rectifico –por cariñosa reprimenda de su viuda- la fecha que figuraba de su muerte, 26 de febrero, por la correcta, un día antes.

 
Ángel Oliver Pina nació un 2 de enero de 1937 en Moyuela (Zaragoza) y tristemente le perdimos el 25 de abril de 2005. Pianista, organista, docente, y ante todo compositor, estableció su residencia en Madrid desde donde desarrolló tanto su vertiente creadora como pedagógica aunque no cedió por éllo su vínculo con Aragón y con su localidad natal la cual no ha ahorrado en vida de su hijo generosidad en homenajes y dedicatorias. Ángel Oliver asistió en los últimos años a la reivindicación de su obra por la Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza-Grupo Enigma y su director Juan José Olives que incluyeron alguna de sus más importantes obras en sus programas y estrenando otras que le fueron encargadas ex profeso. La titulada “Omaggio” se incluyó en el compacto “Compositores Aragoneses”, interpretado por la OCAZ-Grupo Enigma quienes han grabado otro disco dedicado íntegramente a las obras de Oliver. A su vez el pianista Albert Nieto registraba la totalidad de la obra para piano del autor en un disco en el que se encuentra incluida la versión original de las piezas ahora orquestadas.
La última vez que Ángel Oliver estuvo presente en esta misma sala fue con motivo de la interpretación de “Lecturas del Quijote” una de cuyas partes compuso y que fue estrenada en enero de 2005. Fue éste uno de sus últimos trabajos junto a la revisión crítica de la partitura íntegra de la ópera de Tomás Bretón “La Dolores” que produjo el Teatro Real.
Era un compositor muy querido por quienes desde aquí nos dedicamos a la creación musical. Respetado y admirado tanto por su oficio como por su persona, nos sentimos agradecidos por su enseñanza y su amistad. Modesto, concienzudo, constante y coherente en su carrera compositiva, se mantuvo discretamente apartado de grupos y tendencias siguiendo una línea estética al margen de la vanguardia radical pero buscando siempre un lenguaje personal que tendía hacia un modernismo muy influenciado por su período de estudio en Roma con Goffredo Petrassi.
Cuando Juan José Olives me planteó la posibilidad de adaptar a la orquesta una de sus obras más populares, los dos libros de las “Piezas sobre temas populares infantiles españoles” que Oliver escribió para piano, no tuve la menor duda de que éste podía ser un hermoso homenaje rendido a través de la música popular y para niños, mundos a los que tan próximo estaba, sirva si no de muestra su participación durante los años ochenta en la elaboración de libros para la educación infantil “Bigulín”, “Chis-Chás” y “Cascabillo”, sus diversos tratados teóricos y, en general, la docencia impartida desde su Cátedra en la Escuela de Magisterio de Guadalajara, de la Universidad de Alcalá de Henares, el período que ejerció como profesor del Conservatorio de Madrid y últimamente en la Escuela de Música Reina Sofía.
Las piezas -que fueron editadas como “Piezas infantiles sobre temas populares españoles” y que me he permitido la que considero más adecuada reubicación de la acepción “infantiles” en el título- fueron compuestas entre 1976 y 1979 y se hallan distribuídas en dos libros con un total de quince canciones de muy breve duración –en torno al minuto-. El primer volumen, con las seis primeras canciones, está dedicado a los hijos de Ángel Oliver y el segundo, con las nueve restantes, a varios jóvenes pianistas. Están tratadas con bastante libertad y riqueza armónica y rítmica. Si en unas el tema es plenamente reconocible y atraviesa la pieza de comienzo a final en otras permanece más oculto, metamorfoseado, y tan apenas se escucha una sola vez. Engañosamente sencillas, requieren un dominio elevado del teclado en su versión pianística. El resultado son unas piezas muy concentradas y de gran frescura cuya brevedad hace desear la escucha repetida de cada una de ellas.
A la hora de transcribirlas para una orquesta de cámara he respetado escrupulosamente la concepción y escritura del autor intentando resaltar aquellas líneas, ritmos y armonías que en el piano resultan más difíciles de obtener por la propia idiosincrasia del instrumento, buscando la potenciación del abanico tímbrico que Oliver demanda al teclado.
Hago uso de un orgánico estándar formado por un quinteto de viento en el que el flautista también emplea piccolo y el oboísta recurre al corno inglés, un conjunto de cuerda no muy grande, arpa, piano y un percusionista que se sirve de un reducido número de instrumentos, todo ello encaminado a evitar el enturbiamiento y merma de ligereza que una formación mayor podría provocar, procurando que a pesar de la riqueza cromática de las distintas piezas, hubiese una homogeneidad tímbrica que no dispersase la obra y contribuyera a mantener la unidad de conjunto que tiene la versión original.

Terminaré haciéndo una llamada de atención: El oyente no debe olvidar que la música que escucha es de Ángel Oliver y la instrumentación no es más que una labor de resaltado y perfilado de aquélla, una puesta en relieve del minucioso trabajo de orfebrería que Oliver aplicó a la composición de estas piezas.

(*) En la foto, Maximiano Martínez portando uno de sus galardones

3 comentarios

paquito -

eres un maestro de maestros enhorabuena tio

paquito,esther,jesus y lucia -

enhorabuena tio te deseamos de corazon un besote te queremos

Dani -

Animo tio Maxi que eres el mejor.