MARY CAREWE, OTRA SOBRESALIENTE VELADA LIRICA
El pasado sábado estuve en el Auditorio "Eduardo del Pueyo", en el Conservatorio Superior, para escuchar otro de los conciertos de su programación habitual, éste de la serie "La voz cantante". Actuaba Mary Carewe, una cantante que se sitúa sobre la delgada y dificilmente ubicable línea entre la lírica clásica y lo que bien podría llamarse lírica popular. Especializada en musical y cabaret su modo de hacer, tal y como vimos en su actuación, la coloca de pleno derecho en el lado de la interpretación clásica.
La presencia en Zaragoza de Mary Carewe acompañada al piano por Philip Mayers constituyó una muestra de un repertorio algo marginado de las salas y programas líricos pero con el derecho pleno a figurar en las más importantes programaciones.
En el concierto englobado bajo el título Serious Cabaret! el dúo británico desgranó canciones de Britten, Weill, Barber, Bowles, Ives, Gershwin, Adès, Poulenc, Bolcolm, Bernstein y otros como si de los más elevados lieder se tratase. A Mary Carewe no se le pueden negar unas notorias cualidades interpretativas que complementadas con el impecable y cuidado acompañamiento de Mayers hicieron del recital en el Auditorio "Eduardo del Pueyo" una exhibición de buena música magníficamente ofrecida. Incluso el empleo de amplificación para la voz estuvo muy lograda y en ningún momento se hizo notar, ni por exceso ni por coloración, con un equilibrio perfecto con el piano (sin amplificar), sirviendo para mantener igualada la proyección vocal de Carewe aunque se moviese por el escenario o su cara se dirigiese a uno u otro lado de la sala.
De las más de veinte canciones que pudimos escuchar en el recital me permitiré destacar la sentida versión de Je ne t'aime pas, de Kurt Weill, la extraña Life Story, de Thomas Adès y texto de Tennessee Williams, con su compleja parte pianística y un texto en prosa de complicada musicalización, de Charles Ives Romanzo di Central Park, con un acompañamiento más bien tópico pero contrastante con una parte vocal tan sobria y curiosa como su letra, Solitary Hotel, de Samuel Barber, interesante canción con un acompañamiento en ritmo de habanera sobre texto de Joyce, Over the piano, de William Bolcolm, con un denso acompañamiento para una línea melódica sencilla y hermosa, o Calypso, de Benjamin Britten.
Cantó una propina fuera de programa en todos los sentidos: la Nana de las Canciones Populares, de Manuel de Falla.
Una fascinante selección de grandes obras en pequeños formatos. Exquisitos perfumes en frascos minúsculos.
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